Nadie tiene que perder para que tu ganes.
En el día a día, nos cuesta imaginar acciones que no supongan una pérdida para nadie. Estamos tan inmersos en la cultura materialista en la que si yo gano, alguien pierde, que sutilmente, casi inconscientemente, nos imponemos límites a aceptar la plenitud. Pareciera que si acepto la plenitud para mi, alguien está perdiendo. Buscando esas soluciones en las que se benefician todas las partes, desactivamos recelos y miedos.
Si entre dos personas tenemos 100 euros, si ella se queda con 80, a mi quedan 20. Es decir, si yo pierdo ella gana. Este es el esquema que aplicamos habitualmente. Sin embargo, la vida es mucho más rica y amplia. Si yo me muestro agradecido, la otra persona recibe mi gratitud sin yo perder nada. Si comparto una información, un sentimiento, una idea,…la otra persona se enriquece con mi aportación y yo no pierdo, es más también gano porque mis emociones, información, ideas han sido expandidas. Todos ganamos.
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