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lunes, 27 de mayo de 2019

¿Reaccionar ante o responder a una pregunta?

A veces respondemos a lo que nos preguntan sin saber lo que motiva la pregunta, es decir, lo que le lleva a la persona a preguntar "eso que pregunta".
Ayer me hice consciente de las veces que entro en modo "reacción" ante preguntas que me plantean, en vez de darme una pausa y asegurarme de "responder" a las inquietudes de la persona que pregunta.
Veamos la secuencia con un ejemplo:
Un alumno me pregunta -vía mail- cuáles son los criterios que he utilizado para ponerle la nota.
® Respondo -mejor sería decir, reacciono- enviándole los criterios utilizados.
℗ Vuelve a escribirme y esta vez me pregunta en qué debe mejorar para obtener mejor nota.
® Sorprendido por sus insistencia y porque tenía la nota más alta del grupo (9,7/10), le respondo dándole pistas de mejora para lograr ese 0,3 que le faltaba para llegar al 10.
Me vuelve a escribir y me dice que la nota que ha recibido es ¡6,3!
Todo había sido un error de transcripción que podría haber resuelto en el primer momento si hubiera hecho una pausa para reflexionar y le hubiera preguntado para qué necesitaba conocer los criterios de evaluación.
Reaccionar -respuesta automática aprendida- es lo que nos lleva a conversaciones poco efectivas, en las que volvemos una vez y otra al tema porque no hallamos la respuesta satisfactoria. ¡Así se nos va el tiempo! ¡Todo por olvidarnos hacer una humilde pausa!
No se trata de dar lo que te piden sino dar aquello que la persona necesita.

domingo, 26 de mayo de 2019

Puedo volver a elegir de nuevo

Este curso académico 2018-19 que ahora termina ha sido un parteaguas o un punto y aparte en mi vida gracias a una crisis de salud en la que he tenido la suerte de aplicar este pensamiento "puedo volver a elegir de nuevo".

Me encontré con el dilema de decidir si quería vivir o dejarme ir.
Decidí no irme de esta vida cargado de agotamiento, tristeza, soledad, con la sensación de no ser útil, ni de merecerme nada bueno.
Por contra, decidí vivir de modo que cuando llegue el momento de irme, sea con la satisfacción de haber vivido una vida plena, con una sonrisa y tras haber sanado todas las relaciones.

¡Gracias a Dios, pude elegir de nuevo!. Y poco a poco, a lo largo de estos 6 meses, el cuerpo ha ido recuperando su vitalidad. En paralelo, las relaciones han ido sanando y mi forma de entender la vida y el trabajo se va reajustando a un nuevo propósito.

Hoy, el contacto con la naturaleza y los paseos son terapéuticos para mi. Es tiempo de silencio y reflexión. Es cuando siento una enorme gratitud ante la vida y doy gracias por cada respiración plena que me provoca una sonrisa que nace desde lo más profundo. 
Ahora, andar es gozoso, fluido, natural,... lo que hasta hace poco suponía dolor, pesadez y esfuerzo. He pasado de un caminar sufriente a un caminar de gozo, en el que cada inspiración es, literalmente, absorber vida. Lo que despeja los temores e incertidumbres y me devuelve una serena confianza.

¡Sí! En cada instante puedo elegir de nuevo qué pensamientos y sentimientos anidan en mí, si los del miedo o los del amor.