Ante la grandeza que reside en ti, la poca estima en que te tienes y todas las pequeñas ofrendas que haces, se desvanecen en la nada.
La humildad jamás te pedirá que te conformes con la pequeñez. Pero sí requiere que no te conformes con nada que no sea la grandeza que no procede de ti –y que reside en ti-.
Vivimos distraídos entre un montón de actividades, pensamientos y emociones. Hemos aprendido a reaccionar, y no tanto a responder, ante los estímulos del exterior de manera que nos mantenemos girando en la rueda acción-reacción, si saber cómo pararla para descansar y encontrar paz.
El único poder que disponemos es el poder de elección. Responder, significa elegir la respuesta ante un evento o simplemente ante nuestros propios pensamientos. La pregunta en ese momento es : ¿desde dónde elijo responder?
Y sabemos que tenemos dos opciones, el miedo o el amor. El miedo va asociado a la pequeñez, a la carencia, a la exigencia de ser de una determinada forma, nivel o posición. El amor va de la mano de la confianza, del contacto íntimo con el ser que somos, reconociendo nuestra vulnerabilidad en cuanto seres humanos y también la fuente de la grandeza en nosotros.
Hoy elijo tener presente la grandeza que vive en nosotros y desde ahí responder ante lo que el día me presente.
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