En nuestras relaciones a veces nos empeñamos, por nuestra propia inseguridad o temor, en tratar que la otra persona se relacione o comporte de acuerdo con nuestras expectativas y deseos.
Viene bien introducir una distinción entre "pertenencia" y "propiedad" para respetar mejor la libertad tanto nuestra como de las demás personas.
Cuando tengo sentimiento de pertenencia me identifico con algo, sea una pareja, una familia, una empresa, una sociedad. Formo parte de ese algo más grande que yo. Me siento más seguro y acompañado. Cuando me siento tratado como propiedad de alguien o algo que no respeta mi libertad y responsabilidad, surge el deseo de separación.
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