Aceptar la vida y sus contradicciones no conlleva resignación.
Es más, aceptación y resignación son dos estados de ánimo muy diferentes.
Aceptarme implica:
1º) darme cuenta de cómo pienso, siento y actúo;
2º) Mirar y escuchar con amabilidad esas partes que no me dan paz;
3º) Abrirme, desde la gratitud, a la oportunidad que me se me abre para aprender, crecer y tener una vida más plena…y, en coherencia,
4º) Ponerme en acción. Actuar.
Para vivir una vida auténtica, es sano dejar a un lado las fantasías que nos hemos fabricado sobre ella.
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