La dificultad más grande es la confusión, la tendencia a engañarnos sobre quiénes somos en realidad.
Hemos construido imágenes de nosotros mismos y de las personas que nos rodean.
Nos relacionamos con las demás personas y con la vida de acuerdo con esas imágenes fabricadas y no de cómo somos en realidad.
Si me considero una persona desorientada, sin un lugar en la vida, así me moveré por ella. Si me veo como un ser que tiene algo que aportar, aunque aún no lo haya descubierto, me moveré de otra manera, más abierta, más expectante, más curiosa y con más energía.
Reconocimiento, re-conocer, volver a conocernos tal y como somos en origen, este es el reto y el camino a través del cual vamos recuperando niveles más profundos y estables de felicidad.
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