Este pensamiento puesto en práctica fue uno de los que me ayudó a superar los momentos más duros. En la desesperación y la desorientación sentía que todo estaba equivocado en mi vida, que no había hecho nada bien, que había generado sufrimiento. En el sentimiento de vacío y soledad todo eran carencias. Hasta que toqué fondo, no porque no pudiera hundirme más, sino porque me encontré con esta idea.
A partir de ahí, evitando las comparaciones con otras personas, me comprometí a 3 minutos, sí solo 3, de ejercicio diario. Fue una muestra de cuidado hacia mi mismo, que en una semana se había convertido en 15 minutos diarios, más energía y ánimo para reconstruir mi vida.
Sí, sin caer en el error de compararte, este es el mejor momento y el mejor punto de partida.
¡¡Que tengas una buena jornada!!
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