"El amor auténtico no tiene nada que ver con la moral, con el "debes" y "tienes que"…. El amor auténtico deja de desear tener padres perfectos, profesores perfectos, una familia perfecta, un estado perfecto…"
Es decir, nos reta a reconocer lo que es y desde ahí, desde ese reconocimiento y aceptación ir avanzando en desarrollar realidades más plenas desde el nosotros, frente a la actitud egocéntrica de pedir, esperar e incluso exigir perfección a que lo que nos rodea con el fin de sentirnos bien.
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