En el deseo de ser especial está involucrada la necesidad de ser diferente, ser distinguido del resto de las personas, remarcar la diferencia externa por el estilo de personalidad y vida para ganar en autoestima y valoración por comparación con otra personas.
El deseo de ser íntegro, por contra, es guiado desde el interior y busca la comunicación honesta -en coherencia con nuestros principios y valores- con nosotros mismos y con los demás de forma que nos aporta auténtica paz.
Paradójicamente, ser íntegro nos lleva a comprender e interiorizar la unidad con las demás personas en lo que nos une -el deseo de ser feliz, de amar y ser amado- y a mostrarnos desde lo más auténtico de nuestro ser que es lo que realmente nos distingue como seres únicos que reconocen y aceptan la autenticidad de cada ser.
En nuestras manos está elegir entre avanzar por la senda de "ser especial" o de "ser íntegros".
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