Aunque dispones de la grandeza de la Vida, has elegido ser insignificante y lamentarte de tu pequeñez. Al sentirte así, lamentarte es inevitable. Tu pequeñez se da por sentada y no te detienes a preguntarte : "¿Quién lo decidió así?"
La grandeza no es nuestra sino que vive en nosotros. La energía universal, capaz de mover planetas y hacer crecer la vida, no es nuestra pero vive y se manifiesta en nosotros en toda su plenitud si no le moneemos límites con nuestros juicios. Es una grandeza que se alimenta de la humildad y de la aceptación de lo que somos, más allá de lo que creemos ser o de cómo nos vemos y juzgamos.
Hoy, desde la serenidad, me permito sentir y aceptar con gratitud esa energía que me mueve y me da vida.
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