Tú no estableciste tu valía, y ésta no necesita defensa. Nada puede atacarla ni prevalecer contra ella. No varía. Simplemente es.
Este pensamiento nos permite dejar a un lado los continuos juicios que hacemos de nosotros mismos, y, por extensión, de las demás personas.
No me creé a mi mismo, no fui quien dirigió mi crecimiento ni las características de mi cuerpo, por tanto, ¿quién soy yo para juzgarme?
Este pensamiento no solo es compatible con trabajar en la mejora de las conductas propias, en actuar de forma cada vez más impecable y plena sino que con él deshacemos los juicios que nos limitan abriéndonos a´si a nuevas posibilidades.
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