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sábado, 30 de junio de 2012

Junio 30


Anoche, en la cena de celebración del fin de curso, surgió un debate en torno a la crisis económica y cómo la época de bonanza anterior había llevado a muchos jóvenes a trabajar en las fábricas en condiciones "atípicas". Por ejemplo, un joven de 22 años ganando más de 4.000 euros al mes en un puesto a pie de máquina.
El hecho en sí, es decir, las condiciones que nos han tocado en la vida no son ni buenas ni malas. Depende de lo que uno haga con esas condicionesPodemos hacer de ellas una bendición o una maldición.
Opción A. Puedo utilizar esa bonanza y acomodarme. Dejar de estudiar por ganar dinero hoy. Vivir consumiendo todo lo que me apetezca. Cuando llegue el cambio, el decrecimiento, habré dilapidado mi capital económico y también el humano.
Opción B. Puedo llevar una vida digna, beneficiarme de lo que me ha tocado, sentirme agradecido, y seguir invirtiendo parte del capital económico en desarrollar y ampliar mi capital humano. Seguir desarrollándome como profesional y como persona e incrementar la riqueza social en beneficio, también, de la comunidad.
Esto me lleva a la importancia de :
1.- Darnos cuenta, ser conscientes, de lo cambiante de la vida.
2.- Desarrollar creencias, valores y competencias que nos permitan vivir cada momento como una oportunidad de aprender y crecer.
3.- Vivir cada época con gratitud, reconociendo las aportaciones de generaciones anteriores, -sin raíces, no hay árbol que crezca- y enfocados en mejorar como personas, como profesionales y como sociedad.
Sí, para mí, la crisis es una oportunidad. He elegido vivirla así.

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