Son únicamente tus pensamientos los que te causan dolor. Nada
externo a tu mente puede herirte o hacerte daño en modo alguno. No
hay causa más allá de ti mismo que pueda abatirse sobre ti y oprimirte. Nadie,
excepto tú mismo, puede afectarte. No hay nada en el mundo capaz de
hacerte enfermar, de entristecerte o de debilitarte. Eres tú el
que tiene el poder de dominar todas las cosas que ves reconociendo simplemente
lo que eres.
¡Qué poder tiene tu hijo sobre ti! Según lo que haga, tu energía sube o baja, tu cara se apaga o se ilumina...
Realmente no es él quien tiene poder sobre mí, sino mis miedos y mis culpas en relación a él. Estos son los que me entristecen y consumen. La causa no está en él sino en mi. Ahora puedo trabajarlos y eliminarlos. No es lo que haga él sino lo que yo pienso y siento con lo que él hace.
No hay comentarios:
Publicar un comentario