La imagen que hemos construido de nosotros mismos es el factor responsable de toda nuestra infelicidad. Nadie más es responsable.
"No temas el mal"
Esa imagen fue la respuesta al entorno en los primeros años de vida, cuando no sabíamos ni podíamos hacerlo mejor. No hay culpa en ello. Hicimos todo lo mejor que supimos.
Esta imagen es la que provoca situaciones y atrae personas a nuestras vidas : Podemos comprobarlo a través de la profecía autocumplida. También nos lleva a actuar de una determinada manera, a aceptar un tipo de relaciones sean personales o profesionales…
Deshacer esa imagen pasa por observarnos, encontrar esos juicios, creencias, estados de ánimo y cuentos que nos contamos sobre nosotros mismos –quién soy, por qué soy así, la familia, el entorno, las circunstancias, a qué tengo derecho, si soy merecedor de...-, comprenderlos sin juzgarnos y disolverlos desde el amor.
El precio de la libertad es nuestro valor y humildad al enfrentar –sin juzgarnos- lo que hay dentro de nosotros.
¡¡Que hoy veamos un poco más allá de esa imagen y reconozcamos el ser que nos esconde!!
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