¿Quién educa sin que, en ese acto, se esté educando a sí mismo, a sí misma?
¿Quién sana sin que simultáneamente esté aprendiendo a cuidarse y a sanar su propia vida?
Tomar conciencia de que nuestra vida profesional -vocación, conocimientos, contribución y retribución..- cobra sentido gracias a las personas a las que servimos, nos coloca ante ellas en una actitud de agradecimiento y respeto.
Doy gracias a cada persona que la vida me presenta porque con ella voy construyéndome, puliéndome, desarrollando una visión y comprensión más amplias de la vida.
Como contaba una amiga : "¡Qué afortunada soy! Esta formación es un regalo y es gracias a mis clientes. Cuando uno entra por la puerta, lo primero que pienso es ¡¡Gracias!!". Y mientras lo contaba, una sonrisa iluminaba su rostro y su mirada.
Os podéis imaginar la calidad y calidez de su trato con las personas que atiende... y ¿creéis que vive su trabajo como una carga o, por contra, como una oportunidad de ser útil?
A modo de test me pregunto :
¿Cuánta gratitud siento por las personas con las que trabajo, atiendo o con las que me relaciono? ¿Siento mi trabajo pesado o por el contrario, siento entusiasmo e ilusión?
Y ¿cuáles son las consecuencias? ¿Cómo va mi vida?
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