La autoridad y la plenitud van de la mano.
Sin autoridad no hay plenitud. Puedo ser una buena persona pero no seré feliz a menos que tome autoridad sobre mi vida.
Pero autoridad ¿sobre qué? Sobre nuestra mente, nuestros pensamientos, sentimientos, decisiones y acciones.
Cuando dejo la autoridad en los acontecimientos externos, en las conductas de otras personas, mi vida queda a merced de las circunstancias y probablemente pierda el equilibrio y la paz porque estoy dejando de respetarme y me siento arrastrado sin fuerza para cambiar mis pensamientos, sentimientos, decisiones y acciones.
La base de la Autoridad es el Amor, a las demás personas y a sí mismo. Si no mantengo el equilibrio desde el "ama al prójimo como a ti mismo", la plenitud y la felicidad serán meros deseos utópicos.
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