No distinguimos entre la realidad y la interpretación que hacemos de ella, quedándonos con esta última y sus consecuencias.
Me explico con un ejemplo : Pienso que mi hijo "es" de una determinada manera. Le trato de acuerdo con la idea que tengo de él reforzando así su manera de ser. Lo mismo sucede con nuestra relación. Pienso que es como es y la asumo como tal. Y me acomodo a que así sea.
Lo mismo sucede con otras situaciones y personas, ya sean familiares, colegas profesionales, amistades,…
Hasta que tomo consciencia de lo que estoy haciendo, abro los ojos y trato de mirar a las personas como si fuera la primera vez, dejando el pasado y los juicios en el pasado para que no afecten este instante, y así poder verles en toda su potencialidad, para ir construyendo, día a día, una relación más sana.
Aquí y ahora, ¿por qué optas? ¿prolongar el pasado tal y como lo has vivido hasta ahora o abrirte a la plenitud de la vida, a las posibilidades que te ofrece, dejando las presuposiciones a un lado?. ¿Desde qué posición tienes más opciones de construir una vida plena?
Buenísima reflexión.... Leyéndola me doy cuenta de las veces que tengo que recurrir a lo que acabo de aprender; no enjuiciar, saber interpretrar el mensaje que cada quién que me rodea tiene para mí, especialmente cuando los mensajes no me agradan (porque los otros son más fáciles)...
ResponderEliminarSé cómo hacerlo, he experimentado en mi los efectos de poner en práctica la escucha atenta y el no enjuiciamiento, y, sin embargo, sólo cuando voy al mundo real me doy cuenta de lo lejos que estoy de hacerlo de un manera natural, antes de que los viejos resortes de comportamiento se disparen...
Tengo la esperanza de que este nuevo paradigma se irá integrando en mi vida más pronto que tarde y cada vez que consigo aplicarlo me siento más cerca de la meta.